domingo, marzo 03, 2002

ESPECIAL LAS CLAVES DEL CONFLICTO

¿Por qué no hay paz en el Medio Oriente?

Tres razones impiden un entendimiento entre ambas partes: La ocupación de Israel de territorios palestinos, la soberanía de Jerusalén y el regreso a sus tierras de 4 millones de refugiados palestinos

CARLOS NOVOA SHUÑA
Para unos es simplemente Palestina, para otros la antigua tierra bíblica de Israel. Medio Oriente se desangra cada día en medio de un conflicto que todos saben que existe, pero que pocos entienden.
¿Por qué pelean israelíes y palestinos? ¿En qué momento nace este problema que ahora es la madre de todos los conflictos?
Tres son las razones principales del conflicto en el Medio Oriente: La ocupación de Israel de territorios palestinos, la soberanía de Jerusalén -más que una ciudad, un símbolo- y el regreso de cuatro millones de refugiados palestinos.
Los orígenes
Aunque el conflicto en el Medio Oriente se remonta a tiempos bíblicos, es a partir de 1948 cuando se acentúa el problema tras la creación del Estado de Israel.
El territorio palestino era parte del Imperio Otomano desde el siglo XV hasta inicios del siglo XX. Después de la Primera Guerra Mundial esas tierras estaban bajo mandato británico.
Los judíos, que de acuerdo a los postulados sionistas escogieron aquel lugar para establecerse -al fin y al cabo había sido en el siglo X antes de Cristo cuando los reyes hebreos David y Salomón erigieron sus dominios-, empezaron a recibir importantes oleadas de inmigrantes, algunos con enorme poder económico frente a la crítica situación de los palestinos.
Entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial la población judía en Palestina creció de 83 mil habitantes a medio millón, debido a que buscaban refugio tras la amenaza nazi. Los horrores del Holocausto, la persecución y la matanza de millones de judíos facilitaron el visto bueno de la comunidad internacional para la creación de un Estado Israelí.
Gran Bretaña dejó el problema palestino en manos de las Naciones Unidas, que el 29 de noviembre de 1947 acordaron la partición de Palestina en un Estado judío y otro árabe, y declararon Jerusalén como una ciudad internacional.
El 14 de mayo de 1948, momentos antes de que Gran Bretaña concluyera su mandato en Palestina, el líder judío David Ben Gurión proclamó el Estado de Israel y lanzó una feroz ofensiva contra los árabes. Seiscientos mil palestinos se vieron forzados al éxodo. Así empezó la primera de las guerras árabe-israelíes.
Los ejércitos de Egipto, Siria, Líbano y la entonces Transjordania invadieron el nuevo Estado, pero Israel no solo se supo defender, sino que venció a sus oponentes.
La segunda guerra árabe-israelí ocurrió en 1956. El líder egipcio Nasser nacionalizó el canal de Suez, administrado por Francia y Gran Bretaña, con la finalidad de cerrar el paso al comercio israelí.
En el campo de batalla, Israel -en alianza con Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña- venció y controló la península del Sinaí, que después tuvo que abandonar ante presiones de EE.UU. y de la entonces URSS. En 1978 Israel y Egipto acabaron con 30 años de hostilidades al firmar el acuerdo de Camp David.
El tercer enfrentamiento árabe- israelí fue la llamada Guerra de los Seis Días o la guerra de 1967. Israel, en una impresionante operación relámpago del 5 al 10 de junio, atacó Egipto, Siria y Jordania, debido a que constituían un peligroso frente militar árabe.
El saldo fue trágico: Quince mil muertos, 50 mil heridos y 11 mil prisioneros de guerra. Las consecuencias fueron fatales para los árabes e inmejorables para el Estado hebreo: Israel ocupó la totalidad de Gaza, Cisjordania, la península del Sinaí, el este de Jerusalén y los altos del Golán en Siria, todo lo que ahora más o menos negocia devolver.
En 1973 ocurrió el cuarto conflicto árabe-israelí o la Guerra del Yom Kipur. Egipto y Siria contraatacan Israel con el apoyo de Iraq, con el objetivo de recuperar el Sinaí y las alturas del Golán, pero los israelíes recibieron el invalorable apoyo militar de Estados Unidos.
En 1982 y 1983 se produjo la Guerra del Líbano. Israel invadió territorio libanés, ocupado en gran parte por las tropas sirias.
El objetivo israelí era alejar a la Organización para la Liberación de Palestina de los territorios. Líbano quedó desintegrado y con una economía devastada. En la OLP se produjo una ruptura entre el ala radical y los seguidores de Arafat. La OLP abandonó Beirut y se trasladó a Túnez.
Refugiados y territorios
Las guerras, además de generar odio y profundizar heridas que serán difíciles de cicatrizar en las próximas generaciones, dejaron cuatro millones de refugiados palestinos. En los territorios de Gaza y Cisjordania viven unos tres millones de palestinos.
En 1948, cuando solo tenía poco más de 50 miembros, la Asamblea General de las Naciones Unidas dictó la Resolución 194, que establecía el regreso de todos los miles de palestinos que dejaron su tierra por la guerra.
Israel, con más de seis millones de habitantes, de los cuales un millón son árabes, no aceptó el regreso de los refugiados; porque se originaría un desbalance demográfico entre judíos y árabes, que supondría el fin de la existencia israelí como nación en su territorio de poco más de 22.000 kilómetros cuadrados.
Israel, de acuerdo con las últimas negociaciones, solo aceptaría el regreso de unos cien mil palestinos por cuestiones humanitarias, además de prometer compensaciones económicas para el resto de desplazados que se encuentran dispersos en Jordania, Líbano y Siria.
La guerra de 1967 significó la ocupación de Israel de territorios que hasta ahora controla.
Israel no ha acatado la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU de noviembre de 1967, ratificada en 1973 por la 338, que exige el repliegue a fronteras seguras y reconocidas, lo que implica la retirada de los territorios ocupados de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental. Los israelíes solo se han retirado del sur del Líbano.
Los sucesivos gobiernos israelíes han expresado que se retirarían de los territorios cuando se garantice que su seguridad no será afectada por atentados terroristas de fundamentalistas islámicos.
La soberanía de Jerusalén
Una de las circunstancias más sensibles en el conflicto en el Medio Oriente es la soberanía de Jerusalén, unilateralmente declarada capital de Israel, según una ley del Parlamento o Knesset, pero que los palestinos reclaman como suya.
Jerusalén es una ciudad de un millón de habitantes. La clave está en el llamado casco antiguo o recinto amurallado, una extensión de cuatro kilómetros cuadrados dividida en igual número de barrios: el cristiano, el musulmán, el armenio y el judío.
En esta pequeña área se encuentran lugares santos del cristianismo, el Islam y el judaísmo, las tres principales religiones monoteístas del mundo.
El problema radica en que, según los judíos, las mezquitas están ubicadas en el lugar donde existió el templo del rey hebreo Salomón en el siglo X antes de Cristo.
Las negociaciones
El fin de la Guerra Fría y la desaparición de la Unión Soviética le dio un nuevo giro al problema del Medio Oriente, porque significó para los regímenes árabes radicales la pérdida de su principal aliado.
Así, los laboristas israelíes Yitzhak Rabin y Shimon Peres plantearon intercambiar los territorios ocupados en 1967 por la paz.
El Acuerdo de Oslo I, en 1993, marcó el inicio de la autonomía palestina en Gaza y Jericó. Además, el líder palestino Yasser Arafat reconoció el derecho a existir de Israel y el primer ministro israelí Yitzhak Rabin aceptó a la OLP como representante único de Palestina.
Oslo II, de setiembre de 1995, fue un compromiso interino sobre la retirada israelí de Cisjordania. Rabin fue asesinado por un extremista israelí el 4 de noviembre de 1995.
El acuerdo final debió firmarse el 13 de setiembre del 2000, pero el proceso se interrumpió en 1996 con la llegada al poder de Benjamín Netanyahu, líder del Likud, el partido derechista israelí reticente a acuerdos con los palestinos.
Entre 1994 y el 2000 las negociaciones en el Medio Oriente tuvieron altibajos. Hubo reuniones en El Cairo, Taba (Egipto), Washington, Wye Platation (EE.UU.), Sharm el-Sheikh (Egipto) hasta que se llegó a Camp David.
Era el verano del año 2000, cuando el entonces presidente estadounidense Bill Clinton reunió por quince días en su residencia de campo de Camp David al primer ministro Ehud Barak (laborista) y a Yasser Arafat con el fin de alcanzar un acuerdo definitivo.
La paz asomaba cercana, pero el diálogo se rompió. Israel propuso retirarse del 91% de Cisjordania y el 9% restante, con los asentamientos judíos, ofreció intercambiarlo por una novena parte de lo anexado en Cisjordania. Arafat no aceptó el intercambio territorial de nueve por uno.
Llegamos a la actual situación de anarquía con el inicio de la Intifada II el 28 de setiembre del 2000. (La Intifada I ocurrió en 1987 y fue una protesta de palestinos en Gaza, Cisjordania y Jerusalén contra el Gobierno Israelí).
Ariel Sharon, líder del Likud, visitó con cien policías la Explanada de las Mezquitas, para reivindicar el lugar en nombre del judaísmo y recordar que alberga los restos del Templo de David.
Los palestinos lo interpretaron como una provocación y empezaron violentas protestas que fueron brutalmente reprimidas. Los grupos fundamentalistas Hamas y Yihad Islámica empezaron una serie de ataques terroristas contra posiciones del Estado judío. Las fuerzas del orden israelíes respondieron matando a dirigentes islámicos sospechosos; destruyendo viviendas en los territorios, porque -según dicen- albergaban a terroristas; o impidiendo el paso de palestinos hacia Israel.
Ahora, mientras Yasser Arafat vive confinado en Ramala acusado de no combatir seriamente a los radicales islámicos, surge el plan de Abdallah, la última iniciativa de paz para el Medio Oriente.
Abdallah Ibn Abdelaziz, príncipe heredero de Arabia Saudí, planteó que todos los países árabes reconozcan Israel -con fronteras abiertas, intercambio diplomático, comercial- a cambio de una retirada total de los territorios ocupados en 1967.
El gobierno de Ariel Sharon ha reaccionado con expectativa, mientras se espera la respuesta de Estados Unidos y otros países europeos y, sobre todo, que el plan se presente ante la Liga Árabe en la cumbre del 27 y 28 del presente mes. Por ahora solo queda esperar mientras sigue corriendo sangre.